La pesadilla
Soledad, no le gustaba, no. Después de todo el ser humano es gregario, necesita del otro y eso no quita que de ratos necesitemos un momento para estar con nosotros mismos. Pero no, no le gustaba.
No entendía la frase de “tú eres lo único que tienes” de alguna manera también deseaba ser como aquellas personas que eran felices consigo mismas, no les importaban estar solos y de igual forma disfrutaban la compañía de amigos. Le parecían libres.
¿Era acaso que no se gustaba, él.?
La nada, eso era. La soledad era la nada, ser nada.
Tenía una pesadilla constante. Cuando la tenía, su ritmo cardiaco se aceleraba, sudaba frio, se le dificultaba respirar.
En su sueño, se percibía a sí mismo, a una especie de conciencia. Se encontraba en la eternidad…en una completa oscuridad, en la nada, sólo. Pero consiente…consciente de esa negrura, de esa nada y de esa soledad, por la eternidad.
Hace algunos días, le habían confirmado que tenía sueños proféticos, no sobre los demás, únicamente podía ver lo que le pasaría a él en un futuro… y hace algunas horas le habían diagnosticado cáncer terminal.
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